24. Juan Bautiza a Jesús
Cuando la gente escuchaba el mensaje de Juan, muchos de ellos se arrepentían de sus pecados y Juan los bautizaba. Muchos líderes religiosos también, llegaron a ser bautizados por Juan, pero no se arrepintieron ni confesaron sus pecados.
Mucha gente venía al desierto para escuchar a Juan. Él les predicaba, diciendo: "¡Arrepiéntanse, porque el reino de Dios está cerca!"
Juan, hijo de Zacarías y Elisabet, creció y se convirtió en un profeta. Vivía en el desierto, comía miel silvestre y langostas, y se vestía con ropa hecha de pelo de camello.
Al día siguiente, Jesús vino para ser bautizado por Juan. Cuando Juan lo vio, dijo: "¡Miren! Allí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo."
Algunos judíos preguntaron a Juan si él era el Mesías. Juan respondió: "Yo no soy el Mesías, pero hay alguien que viene después de mí. Él es tan grande que ni siquiera soy digno de desatar Sus sandalias."
Juan dijo a los líderes religiosos: "¡Ustedes son serpientes venenosas! Arrepiéntanse y cambien su comportamiento. Todo árbol que no da buen fruto, será cortado y echado en el fuego." Juan cumplió lo que dijeron los profetas: "He aquí, yo envío mi mensajero delante de Tí, el cual preparará Tu camino."
Cuando Jesús salió del agua después de ser bautizado, el Espíritu de Dios se apareció en forma de paloma, bajó y se colocó sobre él. Al mismo tiempo, la voz de Dios habló desde el cielo, diciendo: "Tú eres mi Hijo, a quien amo, y estoy muy contento contigo."
Dios le dijo a Juan: "El Espíritu Santo vendrá y descansará en alguien que bautizarás. Esa persona es el Hijo de Dios." Sólo hay un Dios. Pero cuando Juan bautizó a Jesús, oyó a Dios el Padre hablando, vio a Dios el Hijo, que es Jesús, y vio al Espíritu Santo.
Juan le dijo a Jesús: "Yo no soy digno de bautizarte. En lugar de ello tú deberías bautizarme a mí." Pero Jesús dijo: "Tú debes bautizarme, porque es lo correcto para hacer." Así que Juan lo bautizó, a pesar de que Jesús nunca había pecado.
Historia de la Biblia de Mateo 3; Marcos 1: 9-11; Lucas 3: 1-23